(translation follows)
Madrid , Mayo 2024
Buenas tardes a todos los presentes,
Me han sugerido si quería contar mi vida antes y después de padecer dos canceres, una recidiva y a punto de iniciar la quimioterapia del tercer cáncer. Lo sé suena horrible pero esta enfermedad tiene momentos muy duros, muchas lecciones en el camino y muchos cosas buenas, si BUENAS, aunque parezca imposible.
Primero presentarme, me llamo Pilar…, soy española y nací hace ya 62 años. Toda mi familia por generaciones y generaciones son de Zaragoza ( Aragón), donde yo nací. Cuando tenia 3 años mis padres vinieron a Madrid para realizar un proyecto que hacía realidad todos sus sueños, construir y gestionar un hotel junto a mis tíos.
Llevo toda mi vida en Madrid, por eso me considero madrileña. Madrid es mi hogar. Desde niña me fascinaba dibujar y ver obras de arte. Ya con 9 ó 10 años conocía las obras de arte de los libros que había en casa. Me atraían como un imán. Mi madre se dio cuenta de ello y recuerdo que en un cumpleaños me regalo siendo muy niña, 10 años, una caja de compases y un cuaderno de dibujo grande, muy grande para mi edad. Ese fue el inicio de lo que sería mi vida de adulta. Cuando cumplí 18 años entré en la Escuela de Arquitectura de Madrid aunque debo reconocer que estaba entre hacer Bellas Artes o Arquitectura. El destino me hizo elegir muy bien, al día de hoy soy arquitecto y sigo pintando como parte vital en mi día a día.
Al acabar mi carrera hice un Master en rehabilitación arquitectónica y ahí empezó mi carrera profesional. Debido a que mis padres siempre tuvieron claro que era muy importante aprender inglés, con 13 años fui por primera vez a Irlanda donde volví 3 años más a la misma familia, a la que yo consideraba mi familia irlandesa. Esto determinó que toda mi vida profesional se ha centrado en empresas americanas y británicas. Esta trayectoria me llevó a ser Directora de Patrimonio de una multinacional muy reconocida. Tenía a mi cargo un equipo de 30 personas, todos ellos técnicos, arquitectos, aparejadores e ingenieros junto a facility managers. Tenía responsabilidad en edificios de oficinas, centros comerciales, 10.000 viviendas en alquiler, residencias de estudiantes, locales comerciales, terrenos y un macro proyecto con la empresa de comunicación mas importante en España para desarrollar un Centro científico-Tecnológico. Mis horarios de trabajo eran interminables, todos los días de la semana podía recibir llamadas de urgencia para ponerme al día de lo que estaba sucediendo en cualquier punto de España.
Pero aunque os parezca increíble, me encantaba mi trabajo, era mi vocación puesta en movimiento y me hacía sentir plenamente satisfecha. Todo estaba bien hasta que de repente un día se me taponó una fosa nasal. No le di mucha importancia, sería un catarro mal curado pero aquello no se iba y finalmente entre una reunión y otra, me escapé al otorrino para que me viera.
Para no hacerlo largo, terminó siendo un tumor invertido con un cáncer (en etmoides). El día que me lo comunicó yo salí de la oficina pensando que no sería nada importante. Y al llegar a la consulta, con a cara seria me dijo: ” lee esto”. Yo leí “carcinoma epidermoide” y le dije: “¿ésto qué es?”. Era la primera vez en mi vida que oía esas palabras. Y mirándome a los ojos me dijo: TIENES CANCER.
Yo escuché esas palabras pero mi mente no las registraba. Me quedé paralizada, eso no `podía ser cierto porque yo me encontraba bien, sin dolores, solo ese taponamiento… y mi siguiente pensamiento fue, me voy a morir … El aire no me entraba por la garganta, ni podía hablar, eso no podía ser cierto…
Aun así, regresé a la oficina y lo conté a Dirección General. Lo primero que me dijeron fue: “ ¿ pero cómo estás aquí?, vete a casa y nosotros te organizamos todas las citas que necesites”. Fui a mi despacho y llamé a mi mano derecha, otro compañero arquitecto y le dejé unos folios (serían aproximadamente 12 folios) con todos los temas abiertos que estaban en marcha y que ahora tendría que dirigir él. A los 15 días me contaron que se desmayó en la oficina del estrés que llevaba desde que me tuve que dar de baja.
Llegué a casa sin poder asumir lo que tenía sobre mí. Aquellas noches no pude dormir. Mi otorrino me llamó para ver como estaba y decirme que ya había organizado una nueva cirugía en el MDAnderson de Madrid. Había que volver a operar para limpiar bien la zona ahora que se sabía el resultado de la biopsia. Así que en 4 días volvía a entrar en el quirófano. Mi vida había cambiado en un segundo, la mujer que tenía reuniones sin parar, llamadas de cualquier punto de España e incluso del extranjero (la empresa tiene oficinas por todo el mundo), ahora estaba ingresada y dentro de un tratamiento para el cáncer. Fue duro, durísimo, de ser autónoma a depender de todo el mundo, no podía andar ni bajar la cabeza durante meses porque en la cirugía habían provocado una fistula en la dura madre y había perdido líquido cefalorraquídeo. Quisieron limpiar tanto, tanto que surgió un problema añadido.
En esos momentos sentí lo que significa sentirse querido, no solo por tus padres sino por tus amigos, compañeros de trabajo, mis médicos y enfermeras. Recuerdo como si fuera hoy (esto que estoy narrando comenzó hace 14 años), la visita de mi querida amiga Marina que trabajaba en Londres y se presentó en la UCI a las 24 horas de mi cirugía. Había cogido un avión para estar cerca de mí. Yo casi no podía hablar y se me llenaron las los ojos de lágrimas de verla ahí. Mi padre me escribió un texto en una hoja por si no podía acercarse a la cama para que lo pudiera leer desde el cristal. Me daba fuerzas para salir adelante (ese texto lo tengo enmarcado en casa, es mi tesoro).
Continué con radioterapia, algo que no sabía ni lo que era y que me provocó llagas en toda la boca hasta el punto de no poder tragar. Mi oncólogo de radioterapia fue mi bastón, mi fuerza, mi soporte en esos días. Consiguió hacer una fórmula magistral (así la llamaba) para frenar las llagas y la herida provocada por la radioterapia en la zona trasera de la lengua. No tengo palabras para agradecerles como me cuidaron y apoyaron. Un grupo humano, empático y unido que trabajaba para que yo no sufriera.
Regresé al trabajo y a pesar de todo lo que hicieron para frenar el cáncer, volvió en un lugar insospechado. Apareció bajo la órbita del ojo izquierdo. Muy malas noticias, aun peores a las que inicialmente recibí cuando supe que tenía cáncer.
Mi querido Dr. Viera, mi oncólogo de radioterapia me dio la noticia y me dijo: “ Pilar, hay que quitar el ojo”. Yo que oí aquello le dije:” no, EL OJO NO”. Sus siguiente palabras fueron muy directas y claves en mi vida, que posteriormente agradecí por su sinceridad y la protección a mi vida que estaba haciendo.
Me dijo: “si no te quitas el ojo, te vas a morir”, la razón era muy importante, el nervio óptico podía estar infectado de células cancerosas que llevarían todo al cerebro y en el cerebro es buscar una aguja en un pajar. Había que ir por delante del cáncer, no por detrás. Lloré, y lloré… Cómo era posible que mi vida hubiera cambiado tanto. De ser una directiva de éxito a tener que decidir perder un ojo para asegurar la vida…
Mi madre me mostró su lado más fuerte para darme toda su energía y me dijo: “adelante, quítate el ojo, para nosotros y para las personas que te queremos, siempre serás la misma, con ojo o sin ojo”. Y perdí el ojo izquierdo…Y el temporal y un tercio del paladar. Había que asegurarse bien de que no quedara nada de cáncer. Perdí la sensibilidad del lado izquierdo de la cara, dientes, el tabique nasal … pero seguía viva.
Antes de tomar la decisión fui a Huston MD Anderson para que revisaran mi expediente. Siempre recordaré a los médicos que me vieron, un cirujano y dos oncólogos, uno de quimioterapia y otro de radioterapia. Los tres fueron excepcionales, cómo me transmitieron que el ojo lo tenía que perder, recibir quimioterapia y de nuevo radioterapia. Aunque parezca imposible, no quisieron que me quedara en Huston, alejada de mi familia durante meses, los tres, independientemente, me manifestaron que querían que estuviera cerca de mi familia. Que ellos harían mi seguimiento con los médicos de Madrid y que estuviera en contacto con ellos todas las semanas por mail. Médicos que de nuevo me mostraron su humildad, empatía, respeto y saber hacer antes que enriquecerse con los honorarios que podrían haber ganado conmigo.
Recuerdo lo que vio mi ojo antes de no volver a tenerlo, fueron los focos del quirófano y la cara de mi anestesista con una mirada dulce que transmitía tranquilidad. Cuando desperté de aquella cirugía de 13 horas estaba francamente mal, llena de vías, sondas por cabeza, pierna,… un total panorama.
Pero la vida me dio otra sorpresa más, me contagié de pseudomona en el quirófano y empezó una nueva lucha contra esa bacteria que no hay antibiótico que la venza. Arruinó mi cirugía de 13 horas y hubo de volver a hacerla, posteriormente se volvió a hacer activa con otra cirugía de 11 horas y así hasta hoy que la tengo instalada como una ocupa en mi cara.
Mi vida era otra, ya no servía para nada, solo buscaba sobrevivir. Nunca podre agradecer lo suficiente como venían mis médicos todos los días a verme, como me cogía de la mano o me apretaban el brazo al irse y con una sonrisa me decían que iba a salir adelante, que era muy fuerte.
Esa fortaleza me venía por mi retomada fe. En mi periodo profesional, la tuve olvidada. Mi día a día era tan complejo que literalmente la olvidé aunque yo había estudiado en un colegio católico y mi familia es muy devota de la Virgen. Fue en esos momentos donde me agarré a mi fe como un ahogado a un palo que flota. Con los dolores durante la noche no podía dormir y rezaba Salves a la Virgen, una de tras de otra, sin parar y suplicándole que me ayudara. Y me escuchaba… nunca me ha fallado desde entonces. Ahora forma parte de mi vida. Rezó Salves, mi oración preferida, y al tiempo le digo: “Te tengo aburrida a Salves “ y me río.
La pérdida del ojo me abrió a una nueva vida, ahora llevo un parche y cuido mi ojo derecho como si fuera de oro. Llevar el parche me mete en un mundo desconocido, los niños te miran con caras asustadas y muchos adultos te preguntan que te ha pasado. Yo a los niños les digo que me he hecho daño jugando pero que estoy bien y a los adultos les digo la verdad y se quedan paralizados, avergonzados por la pregunta y con cara de pena.
Para mí, mi parche es mi medalla al valor, es como esas medallas que les ponen a los militares que han tenido algún acto de valentía y les condecoran por ello. Pues yo siento mi parche como mi condecoración, mi medalla. Un muy buen amigo cuando le hice saber que me tenían que quitar el ojo, me dijo una frase que llevo dentro de mi como mi lema para luchar: “ Ese ojo es una puerta a la vida “. Efectivamente, ese ojo perdido fue la moneda de cambio para seguir viviendo.
Después llegó una quimioterapia tremendamente dura, la Platino. La sufrí en cuerpo y alma pero me refugié en mis Salves, cuaderno de proyectos y mi música que siempre han estado conmigo en hospitales con ingresos muchas veces durante meses.
En mis ingresos hospitalarios siempre tenía música de Bach, Mozart, Jazz, o incluso ópera que no me digáis por qué pero me relajaban y daban fuerzas dentro de tanto dolor. Mis enfermeras a las que jamás olvidaré siempre venían a mi habitación al acabar el turno y charlábamos de todo y de nada con mi música de fondo y riéndonos de cosas tontas. Cada segundo con ellas me daba horas de paz y tranquilidad. Me sentía protegida por mis médicos y por ellas.
Por fin acabé el tratamiento de quimioterapia y radioterapia y me encontré con una nueva vida. Debido a los daños y como me encontraba, la Seguridad Social me concedió la Incapacidad Permanente Absoluta. Ya nunca podría volver a trabajar. Yo que soy arquitecto vocacional y que amo el trabajo que hago… lloré y supliqué que me dejaran seguir trabajando pero la Doctora me comunicó que era lo mejor para mi y debo reconocer que tenía razón.
La enfermedad me había dejado muy débil pero mi cabeza estaba intacta, fuerte, aunque mi cuerpo no me seguía. En mi cuaderno de proyectos para cuando saliera del hospital dibujé joyas en bisutería que posteriormente realicé y vendía a gente interesada. Anoté que quería estudiar Historia del Arte a través de la Universidad a distancia y así lo estoy haciendo, poco a poco y disfrutando de mi nueva carrera. También me interesó un Master en el Mediterráneo Antiguo que hago a través de una Universidad catalana que también hago con tiempo. Me dediqué a organizar una apertura de una panadería con una franquicia que me llenó de ilusión aunque acabó pronto por el cierre de la franquicia.
Estaba moviendo mi vida desde las limitaciones que tenía pero nunca me di por vencida.
Nunca me ha faltado una mano amiga, un médico o un sanitario que con brillo en los ojos me hace sentir querida. Muchos de ellos me miran con admiración pero yo no soy más que nadie. Hay muchos casos peores y con gente única. Yo me derrito cuando veo un niño pequeño con cáncer, no creo nada tan injusto como que sufran desde tan pequeños.
Mi segundo cáncer apareció en el pulmón 8 años después de este primero, nuevas quimioterapias, radioterapias, inmunoterapias… mi cuerpo necesitó muchas trasfusiones de sangre y bolsas de hierro pero salí adelante. He tenido dos metástasis cerebrales una con trepanación en el cerebelo y la segunda tratada con radio cirugía. Cada tres meses me revisan y aunque paso días inquieta por saber que pueden encontrar, doy gracias por poder tener este seguimiento.
Ahora, hace unos días me han diagnosticado cáncer de mama y empezaré la quimioterapia el próximo 17 mayo 2024. Un nuevo reto, una nueva lucha llena de esperanzas y fe, mucha fe.
En una ocasión un amigo me dijo que leyera un libro de un psiquiatra español que había escrito de la Resiliencia. Yo no sabía que significaba ese término y mi curiosidad me hizo leerlo. Según leía me reconocí a misma, resultaba que yo era muy resiliente y respondía a todas las formas de actuar de esas personas resilientes. Como dijo Darwin, no sobreviven los más fuertes, sino los que mejor se adaptan al medio. Y en eso soy una experta. Y doy fe que tenía razón.
Cada situación la he asumido y hecho mía y sin miedo me he enfrentado a cualquier cirugía y tratamiento. No me gusta quejarme si no hay necesidad, no comunico mi mal estar para no dañar a las personas cercanas y que ellas no sufran. Esa es mi forma de ser, vine de fábrica así.
He entrado 17 veces en un quirófano, 4 de ellas de 13 horas, llevo 3 quimioterapias, 3 radioterapias y me siento fuerte. La enfermedad me ha hecho fuerte, muy sensible al dolor ajeno, muy empática y muy feliz de poder disfrutar cada día. Cada día es un regalo y así lo vivo.
Cuando todo pase con el cáncer de mama. Me encantaría viajar de nuevo, tengo muchas ganas de volver a Florencia donde he pasado momentos inolvidables estudiando a los etruscos o las obras de mi querido Miguel Angel Buonarroti. Volver a Grecia, conocer Islandia, volver a Escocia, ir al cono Sur y muchos más destinos y así recuperar lo que me gustaba viajar.
Durante mis enfermedades las limitaciones han sido y aun hoy son muy grandes, las secuelas quedan y como has pasado por tanto, no te parecen que sean importantes aunque si lo son.
Me quedo con lo bueno, mis recuerdos de miradas y gestos de amor por parte de gente que me cuidaba, operaba y hacía sentir en paz. Los amigos con cáncer que he conocido en los hospitales, muchos ya han partido y su partida para mi es muy triste. Son mis compañeros en la lucha, con ellos he compartido recursos para sentirnos mejor, ánimos y en muchas ocasiones fuerza para seguir en la lucha. Mis amigos del alma que aún muy preocupados por mí, jamás me trasladaron sus temores, siempre animándome y regalándome su enorme cercanía y amor.
Si tuviera que poner en un balanza que pesa más si mis duras experiencias o lo buenos momentos que he vivido con personas que me dieron su mano para evitar mi caída, no lo dudéis, la balanza iría a su lado.
Quien me iba a decir a mí que mi vida iba a cambiar de esta forma, yo que jamás he fumado, ni bebido salvo en celebraciones. Con una vida de lectura, pinturas y acompañadas por la música… pues ellas han sido y son mi centro de energía, ahí es donde salgo renovada y con planes y sueños a realizar. El más próximo es que mi historia sirva para que se pueda entender que la vida te da sorpresas y que hay que entenderlas y superarlas para generar una nueva vida llena de alegría y planes a futuro. Ahora hago estas cosas que antes era imposible desarrollar y tengo que reconocer que la vida es mucho mejor y más feliz que trabajar como si te faltara el aire.
Los médicos sois muy importantes en estas situaciones porque sois nuestro bastón, nuestro único referente donde ponemos toda nuestra confianza y esperanza. Yo los guardo en mi corazón porque supieron abrazarme cuando fue necesario, guardar siempre una sonrisa al verme y darme lo mejor de ellos con humildad y claridad.
Hubo en mi carrera de fondo médicos prepotentes, fríos y nada empáticos de los que me alejé como del diablo porque cuando te sientes en peligro buscas una mano amiga, no un ser distante. Nunca un médico debería ser así. Acudimos ante la absoluta necesidad y como he repetido muchas veces, llevar una bata blanca no es ser médico. Los mejores médicos que yo me he encontrado eran sensibles a tu situación, humanos y te trasmitían que juntos llegaremos a la meta.
Yo tengo que reconocer que no sabía que podía ser tan fuerte, pero nunca sabes lo fuerte que puedes ser hasta que ser fuerte es lo único que te queda.
Nunca olvidéis que Dios busca para las batallas más difíciles a sus mejores soldados.
Un beso muy grande a todos y espero no haber sido demasiado extensa.
Madrid , May 2024
Good afternoon to all present,
I have been asked if I wanted to tell my life before and after suffering two cancers, one recurrence and about to start chemotherapy for the third cancer. I know it sounds horrible but this disease has very hard moments, many lessons along the way and many good things, yes GOOD, although it seems impossible.
First I want to introduce myself, my name is Pilar…, I am Spanish and I was born 62 years ago. All my family for generations and generations are from Zaragoza (Aragon), where I was born. When I was 3 years old my parents came to Madrid to realize a project that made all their dreams come true, to build and manage a hotel with my uncles and aunts.
I have been in Madrid all my life, that’s why I consider myself a Madrileña. Madrid is my home. Since I was a child I was fascinated by drawing and seeing works of ART.
When I was 9 or 10 years old, I already knew the works of art in the books at home. They attracted me like a magnet. My mother realized this and I remember that on a birthday she gave me a box of compasses and a big sketchbook, very big for my age. That was the beginning of what would become my adult life. When I turned 18 I entered the School of Architecture in Madrid, although I must admit that I had to choose between Fine Arts or Architecture. Fate made me choose very well, today I am an architect and I continue painting as a vital part of my daily life.
When I finished my degree I did a Master in architectural rehabilitation and that’s where my professional career began. Because my parents always knew that it was very important to learn English, when I was 13 years old I went to Ireland for the first time, where I returned for 3 more years to the same family, which I considered my Irish family. This determined that all my professional life has been focused on American and British companies. This path led me to become an Asset Manager for a well known multinational company. I was in charge of a team of 30 people, all of them technicians, architects, surveyors and engineers together with facility managers.
I was responsible for office buildings, shopping malls, 10,000 rental homes, student residences, commercial premises, land and a macro project with the most important communication company in Spain to develop a Scientific-Technological Center. My working hours were endless, every day of the week I could receive urgent calls to update me on what was happening anywhere in Spain.
But incredible as it may seem to you, I loved my job, it was my vocation in motion and it made me feel completely satisfied. Everything was fine until suddenly one day I had a blocked nostril. I didn’t think much of it, it must have been a badly cured cold, but it wouldn’t go away and finally, between one meeting and another, I ran off to the ENT specialist to see him.
To make a long story short, it ended up being an inverted tumor with cancer (in the ethmoid). The day he told me, I left the office thinking it was nothing important. And when I arrived at the office, with a serious face he told me: “read this”. I read “squamous cell carcinoma” and I said: “what is this? It was the first time in my life that I had heard those words. And looking me in the eyes he said: YOU HAVE CANCER.
I heard those words but my mind did not register them. I was paralyzed, that could not be true because I felt fine, no pain, just that clogging… and my next thought was, I am going to die… The air was not coming through my throat, I could not even speak, that could not be true….
Still, I went back to the office and told General Management. The first thing they said to me was: “but how are you here, go home and we will arrange all the appointments you need”. I went to my office and called my right-hand man, another architect colleague, and left him some sheets of paper (approximately 12 sheets) with all the open issues that were in progress and that he would now have to manage. After 15 days I was told that he fainted in the office from the stress he had been under since I had to leave the office.
I came home unable to come to terms with what he had on me. I couldn’t sleep those nights. My ENT doctor called me to check on me and tell me that he had already arranged a new surgery at the MDAnderson in Madrid. I had to operate again to clean the area well now that the result of the biopsy was known.
So in 4 days I was going back into the operating room. My life had changed in a second, the woman who had non-stop meetings, calls from anywhere in Spain and even abroad (the company has offices all over the world), was now hospitalized and undergoing cancer treatment. It was hard, very hard, from being autonomous to being dependent on everyone, she could not walk or lower her head for months because the surgery had caused a fistula in the hard mother and she had lost cerebrospinal fluid. They wanted to clean up so much, so much that an added problem arose.
In those moments I felt what it means to feel loved, not only by your parents but by your friends, co-workers, my doctors and nurses. I remember as if it were today (this I am narrating started 14 years ago), the visit of my dear friend Marina who worked in London and showed up at the ICU 24 hours after my surgery. She had taken a plane to be near me. I could hardly speak and my eyes filled with tears to see her there. My father wrote me a text on a sheet of paper in case he couldn’t get near the bed so I could read it from the glass. It gave me strength to get through (I have that text framed at home, it is my treasure).
I continued with radiation therapy, something I didn’t even know what it was and which caused sores all over my mouth to the point of not being able to swallow. My radiation oncologist was my cane, my strength, my support in those days. He managed to make a master formula (that’s what he called it) to stop the sores and the wound caused by the radiotherapy in the back of my tongue. I have no words to thank them for the care and support they gave me. A human, empathetic and united group that worked so that I would not suffer.
I returned to work and despite everything they did to stop the cancer, it came back in an unsuspected place. It appeared under the orbit of my left eye. Very bad news, even worse than the news I initially received when I found out I had cancer.
My dear Dr. Viera, my radiation oncologist gave me the news and told me: “Pilar, the eye must be removed”. When I heard that I told him: “no, NOT THE EYE”. His next words were very direct and key in my life, which I later thanked him for his sincerity and the protection to my life that he was doing.
He told me: “if you don’t remove your eye, you will die”, the reason was very important, the optic nerve could be infected with cancerous cells that would take everything to the brain, and in the brain it is like looking for a needle in a haystack. We had to go ahead of the cancer, not behind it. I cried, and I cried… How was it possible that my life had changed so much. From being a successful manager to having to decide to lose an eye to secure life?
My mother showed me her strongest side to give me all her energy and told me: “go ahead, take out your eye, for us and for the people who love you, you will always be the same, eye or no eye”. And I lost my left eye… And the temporal and a third of the palate. You had to make sure that there was no cancer left. I lost the sensitivity of the left side of my face, my teeth, my nasal septum… but I was still alive.
Before making the decision I went to Huston MD Anderson to have my file reviewed. I will always remember the doctors who saw me, a surgeon and two oncologists, one for chemotherapy and one for radiation therapy. All three were exceptional, how they conveyed to me that I had to lose the eye, receive chemotherapy and again radiation therapy. Although it seems impossible, they did not want me to stay in Huston, away from my family for months at a time, all three independently told me that they wanted me to be close to my family.
That they would follow up with the doctors in Madrid and that I would be in contact with them every week by email. Doctors who again showed me their humility, empathy, respect and know-how rather than enriching themselves with the fees they could have earned with me.
I remember what my eye saw before I never had it again, it was the spotlights in the operating room and the face of my anesthesiologist with a sweet look that conveyed tranquility. When I woke up from that 13-hour surgery, I was frankly in a bad way, full of IVs, tubes in my head, leg,… a total panorama.
But life gave me another surprise, I caught pseudomonas in the operating room and a new fight against this bacterium that no antibiotic can defeat. It ruined my 13-hour surgery and I had to do it again, later it became active again with another 11-hour surgery and so on until today I have it installed as an occupant in my face.
My life was different, I was no longer good for anything, I was just trying to survive. I will never be able to thank enough how my doctors came every day to see me, how they held my hand or squeezed my arm when they left and with a smile they told me that I was going to make it, that I was very strong.
That strength came from my renewed faith. In my professional period, I had forgotten it. My day-to-day life was so complex that I literally forgot it even though I had studied in a Catholic school and my family is very devoted to the Virgin Mary. It was in those moments that I clung to my faith like a drowning man to a floating stick. With the pains during the night I could not sleep and I prayed Salves to the Virgin, one after the other, without stopping and begging her to help me. And she listened to me… she has never failed me since. She is now part of my life. She prayed Salves, my favorite prayer, and at the time I say, “I got you bored with Salves” and laugh.
The loss of my eye opened me to a new life, now I wear a patch and I take care of my right eye as if it were gold. Wearing the patch puts me in an unknown world, children look at you with frightened faces and many adults ask you what happened to you. I tell the kids that I hurt myself playing but I’m fine and I tell the adults the truth and they are paralyzed, embarrassed by the question and look ashamed.
For me, my patch is my medal of valor, it’s like those medals they give to soldiers who have had some act of bravery and they decorate them for it. Well, I feel my patch as my decoration, my medal.
A very good friend of mine, when I let him know that I had to have my eye removed, told me a phrase that I carry inside me as my motto to fight: “That eye is a door to life”. Indeed, that lost eye was the bargaining chip to keep on living.
Then came a tremendously hard chemotherapy, the Platinum. I suffered it in body and soul but I took refuge in my Salves, project notebook and my music that have always been with me in hospitals with hospital admissions many times for months.
In my hospital admissions I always had music by Bach, Mozart, Jazz, or even opera, which do not tell me why but they relaxed me and gave me strength in so much pain. My nurses, whom I will never forget, would always come to my room at the end of my shift and we would chat about everything and anything with my music in the background and laughing about silly things. Every second with them gave me hours of peace and quiet. I felt protected by my doctors and by them.
I finally finished the chemotherapy and radiotherapy treatment and found myself with a new life. Due to the damage and the way I was feeling, the Social Security granted me Absolute Permanent Disability.
I could never work again. I am a vocational architect and I love the work I do… I cried and begged to be allowed to continue working but the doctor told me that it was the best thing for me and I must admit that she was right.
The illness had left me very weak but my head was intact, strong, even though my body was not following me. In my project notebook for when I got out of the hospital I drew jewelry in costume jewelry that I later made and sold to interested people. I wrote down that I wanted to study Art History through the distance learning University and so I am doing it, little by little and enjoying my new career. I was also interested in a Master in the Ancient Mediterranean that I am doing through a Catalan University that I am also doing with time. I dedicated myself to organize the opening of a bakery with a franchise that filled me with enthusiasm although it ended soon due to the closing of the franchise.
I was moving my life from the limitations I had but I never gave up.
I have never lacked a helping hand, a doctor or a health worker who, with a twinkle in their eye, makes me feel loved. Many of them look at me with admiration but I am not more than anyone else. There are many worse cases and with unique people. I melt when I see a small child with cancer, I do not believe anything so unfair as that they suffer from such a young age.
My second cancer appeared in my lung 8 years after the first one, new chemotherapies, radiotherapies, immunotherapies… my body needed many blood transfusions and iron bags but I got through it. I have had two brain metastases, one with trepanation in the cerebellum and the second one treated with radio surgery. Every three months they check me and although I spend days anxious about what they can find, I am thankful to have this follow-up.
Now, a few days ago I was diagnosed with breast cancer and I will start chemotherapy on May 17, 2024. A new challenge, a new fight full of hope and faith, a lot of faith.
Once a friend told me to read a book by a Spanish psychiatrist who had written about Resilience. I did not know what that term meant and my curiosity made me read it. As I was reading I recognized myself, it turned out that I was very resilient and I responded to all the ways of acting of those resilient people. As Darwin said, it is not the strongest who survive, but those who are best adapted to the environment. And I am an expert in that. And I can attest that he was right.
I have assumed every situation and made it my own, and without fear I have faced any surgery and treatment. I don’t like to complain if there is no need, I don’t communicate my bad feeling so as not to harm the people close to me and so that they don’t suffer. That is my way of being, I came from the factory like that.
I have been in an operating room 17 times, 4 of them for 13 hours, I have undergone 3 chemotherapies, 3 radiotherapies and I feel strong. The disease has made me strong, very sensitive to the pain of others, very empathetic and very happy to be able to enjoy every day. Every day is a gift and that is how I live it.
When everything passes with breast cancer. I would love to travel again, I really want to return to Florence where I have spent unforgettable moments studying the Etruscans or the works of my beloved Michelangelo Buonarroti. I would love to go back to Greece, to Iceland, to Scotland, to the Southern Cone and many more destinations and thus recover what I liked to travel.
During my illnesses the limitations have been and still are very great, the after-effects remain and as you have been through so much, they do not seem to be important although they are.
I keep the good things, my memories of looks and gestures of love from people who took care of me, operated and made me feel at peace. The friends with cancer that I have met in the hospitals, many of them have already passed away and their departure is very sad for me. They are my companions in the fight, with them I have shared resources to feel better, encouragement and on many occasions strength to continue the fight. My soul friends who, even though they were very worried about me, never shared their fears with me, always encouraging me and giving me their enormous closeness and love.
If I had to put on a scale which weighs more if my hard experiences or the good moments I have lived with people who gave me their hand to prevent my fall, do not doubt it, the scale would go to their side.
Who was going to tell me that my life would change in this way, I who have never smoked or drank except in celebrations. With a life of reading, painting and accompanied by music … because they have been and are my energy center, that’s where I come out renewed and with plans and dreams to realize. The most immediate dream is that my story will help people understand that life gives you surprises and that you have to understand and overcome them to generate a new life full of joy and plans for the future. Now I do these things that were impossible to do before and I have to admit that life is much better and happier than working as if you were short of breath.
You doctors are very important in these situations because you are our staff, our only reference where we put all our trust and hope. I keep you in my heart because you knew how to embrace me when it was necessary, always keep a smile on your face when you saw me and give me the best of yourselves with humility and clarity.
In my long career there were overbearing, cold and unempathetic doctors from whom I stayed away like the devil because when you feel in danger you look for a helping hand, not a distant being. A doctor should never be like that. We go when absolutely necessary and as I have repeated many times, wearing a white coat is not being a doctor. The best doctors I have met were sensitive to your situation, human and they conveyed to you that together we will reach the goal.
I have to admit that I didn’t know I could be so strong, but you never know how strong you can be until being strong is all you have left.
Never forget that God looks for his best soldiers for the most difficult battles.
A big kiss to all of you and I hope I have not been too long.